El met: live in hd 2014-2015: le nozze di figaro
Algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo… que amenaza con desbaratar los planes de boda de Fígaro. El ojo errante del Conde Almaviva se ha posado en la criada de su esposa Susanna, que está a punto de casarse con su propio criado Fígaro. A contrarreloj, Fígaro urde rápidamente un plan para burlar a su amo. La mayor comedia de Mozart brilla con sus disfraces, su ingenio, sus trucos y su humanidad, todo ello bajo la magistral batuta del director musical James Conlon. Llevamos la magia aún más lejos con una nueva y encantadora producción dirigida por el aclamado cineasta James Gray, con vestuario diseñado por el célebre modisto Christian Lacroix. (Un brillante reparto formado por los favoritos de la compañía da vida a las parejas protagonistas: Craig Colclough y Janai Brugger como los siempre ingeniosos Fígaro y Susanna, con Lucas Meachem y Ana María Martínez como el Conde y la Condesa. Rihab Chaieb debuta en la compañía como Cherubino, el adorable bribón que siempre aparece en medio de todos los planes, en el peor momento. Cantado en italiano con subtítulos en inglés.Obtenga más con un paquete de suscripciónLos suscriptores reciben los mejores precios, planes de pago sencillos, cambio gratuito de entradas y más ventajas exclusivas. Diseñe su propio paquete a partir de 50 $. Explorar los paquetes de suscripción
Momento conmovedor con Serena Malfi como Cherubino
Lorenzo Da Ponte, libretista de Le nozze di Figaro, tuvo que sustituir el discurso con el que Figaro concluye su crítica a la nobleza por un aria dirigida contra la infidelidad de las mujeres – “Aprite un po’ quegli occhi”- para que José II de Austria revocara su decisión de prohibir la polémica comedia con toques revolucionarios de Pierre Beaumarchais. A pesar de ello, ninguno de los cambios introducidos por el libretista mermó lo más mínimo el subtexto subversivo que se proyectó hasta nuestros días: la brillante e inteligente denuncia de la tiranía y el patriarcado de siempre. A decir verdad, la ópera buffa era -desde los tiempos de La serva padrona- un universo de ficción en el que una mujer de clase social inferior podía imponerse a un hombre de estrato superior con audacia y una sonrisa interminable. Sin embargo, Le nozze di Figaro llevó este marco a un nivel nunca visto, en el que los personajes controlan menos la situación cuanto más arriba en la escala social ( y de género) se encuentran.
Teatro Real – Mozart – Le Nozze di Figaro – Trailer
Las bodas de Fígaro (en italiano: Le nozze di Figaro, pronunciado [le ˈnɔttse di ˈfiːɡaro] (escuchar)), K. 492, es una commedia per musica (ópera bufa) en cuatro actos compuesta en 1786 por Wolfgang Amadeus Mozart, con libreto en italiano escrito por Lorenzo Da Ponte. Se estrenó en el Burgtheater de Viena el 1 de mayo de 1786. El libreto de la ópera se basa en la comedia teatral de 1784 de Pierre Beaumarchais, La folle journée, ou le Mariage de Figaro (“El día loco, o las bodas de Fígaro”). Cuenta cómo los criados Fígaro y Susana consiguen casarse, frustrando los esfuerzos de su mujeriego patrón, el Conde Almaviva, por seducir a Susana y dándole una lección de fidelidad.
Considerada una de las mejores óperas jamás escritas,[1] es una piedra angular del repertorio y aparece constantemente entre las diez primeras en la lista Operabase de óperas más representadas[2] En 2017, BBC News Magazine pidió a 172 cantantes de ópera que votaran por las mejores óperas jamás escritas. Las bodas de Fígaro ocupó el primer lugar de las 20 óperas presentadas, y la revista describió la obra como “una de las obras maestras supremas de la comedia operística, cuyo rico sentido de la humanidad brilla en la milagrosa partitura de Mozart”[3].
“las bodas de fígaro” momento conmovedor, con lisette
Para quienes asistieron el año pasado a la producción inaugural de la temporada del Teatro Real -una versión totalmente cantada y bailada de Il barbiere di Siviglia de Rossini- Le nozze di Figaro de este año habrá llegado como la secuela natural que es literalmente. El público disfrutó de una atmósfera similar -el escenógrafo Emilio Sagi está detrás de ambas producciones- y tuvo la siempre divertida ocasión de observar a esos personajes familiares más tarde en la vida y bajo la nueva (revolucionaria) luz de Mozart.
La experimentada, atenta y fiable batuta de Bolton propuso una obertura viva, pero nunca precipitada. Diseccionó las diferentes voces de una orquesta que sonó matizada y segura, preparando así el escenario, por así decirlo. Al levantarse el telón, demostró rápidamente que tampoco iba a descuidar a los cantantes. Los guió a todos con claridad y supo encauzar rápidamente los pocos momentos de desincronización entre ellos y la orquesta, y entre la orquesta y el coro. Es cierto que a veces la orquesta eclipsó a algunos cantantes, pero probablemente se debió más a la diversidad de voces en escena que a un desequilibrio general. Al fin y al cabo, es un hecho que no todas las voces son iguales; ante nosotros hubo un buen ejemplo.