La boda real de la infanta Elena y Jaime de Marichalar
La reina sueca es recordada como una de las mujeres más cultas del siglo XVII[8], aficionada a los libros, manuscritos, pinturas y esculturas. Con su interés por la religión, la filosofía, las matemáticas y la alquimia, atrajo a muchos científicos a Estocolmo, deseando que la ciudad se convirtiera en la “Atenas del Norte”. La Paz de Westfalia le permitió establecer una academia o universidad cuando y donde quisiera[9].
En 1644, comenzó a emitir cobre en trozos de hasta quince kilogramos para que sirviera de moneda. La extravagancia financiera de Cristina llevó al Estado al borde de la bancarrota, y las dificultades financieras provocaron el malestar de la población. Cristina abogó por la paz para poner fin a la Guerra de los Treinta Años y recibió una indemnización. Mientras tanto, provocó un escándalo cuando decidió no casarse,[10] y cuando se convirtió al catolicismo en secreto en Bruselas y públicamente en Innsbruck. La “Minerva del Norte” renunció al trono en favor de su primo y se instaló en Roma[11].
El Papa Alejandro VII describió a Cristina como “una reina sin reino, una cristiana sin fe y una mujer sin vergüenza”[10] A pesar de ello, desempeñó un papel destacado en la comunidad teatral y musical y protegió a muchos artistas, compositores y músicos del Barroco.
Letizia Ortiz Rocasolano camina hacia el altar.
La combinación de estar en el escenario mundial, así como los códigos de vestimenta aristocrática de larga data (nada de hombros descubiertos en una catedral, por supuesto, y ni se te ocurra renunciar a un velo) reducen un poco las opciones.
Por eso no es de extrañar que, a lo largo de los años, varias novias de la realeza hayan tenido la misma idea sobre sus vestidos de novia. Tanto Meghan Markle como la Infanta Cristina de España han optado por el escote bateau sin adornos, como Pippa Middleton y la Princesa Magdalena, que han optado por el encaje de manga larga.
NOVIA REAL EUROPEA
Quiero un vestido de princesa. Es una de las afirmaciones que más escuchamos cuando las futuras novias acuden a nuestros ateliers en busca del vestido de sus sueños. No sólo Disney ha creado una imagen de vestidos de princesa, las bodas reales, en España y Gran Bretaña, de los últimos 70 años nos han dejado vestidos inolvidables, algunos de ellos han quedado como un referente en la moda nupcial.Casa Real EspañolaEn los últimos 30 años, hemos tenido tres bodas reales en nuestro país. S.M. la Reina Letizia y las infantas Cristina y Elena. Tres eventos que causaron sensación en su momento y que demostraron el potencial de la moda nupcial en España con vestidos de novia que marcaron tendencia en su momento y que aún hoy las novias siguen pidiendo.
Manuel Pertegaz fue el diseñador encargado de confeccionar el vestido soñado de la entonces futura Reina de España. En color blanco roto, inspirado en la línea princesa y con un corte continuo desde los hombros hasta el suelo. Un discreto escote en V con cuello embudo bordado con hilos de plata y oro con motivos florales llenos de significado. Los mismos bordados decoran el bajo de la falda. Rematado con una gran cola bordada de 4,5 metros.
Ceremonia religiosa de la boda del Príncipe de Orange y
La Reina llevó el vestido de tafetán Peau De Soie y satén marfil Duchess para el estreno de la película “Lawrence de Arabia” en Londres en 1962 y para la inauguración del Parlamento en 1967. La Princesa Beatriz llevó el vestido para casarse con Edoardo Mapelli Mozzi. Aplazaron su boda debido al coronavirus.
En 2019, el rey de Tailandia se casó con Suthida Tidjai en una fastuosa ceremonia sorpresa en la que vertió agua sagrada sobre su cabeza en el Salón del Trono de Ampornsan, en Bangkok. El evento tomó a la gente por sorpresa porque el palacio real nunca reconoció la relación de la pareja.Suthida era una plebeya antes de casarse con la realeza, trabajando como asistente de vuelo en Thai Airways y más tarde como general en el ejército de Tailandia antes de unirse a la seguridad de Vajiralongkorn.
La princesa Nathalie es la hija menor del príncipe Ricardo de Sayn-Wittgenstein-Berleburg y la princesa Benedikte de Dinamarca. Su vestido de satén marfil y organza de seda estaba decorado con un corpiño de apliques, con adornos a juego en la parte delantera.